Regla de cálculo de bolsillo Faber-Castell
Faber-Castell, Rietz 67/87 (con instrucciones en castellano). 15,5 x 3,3 cm
En preparación.
Donada por A. Prieto
Entre 1620 y 1630 varios inventores ingleses (Gunter, Oughtred y Delamain) desarrolla¬ron diversas reglas de cálculo. Estos instrumentos están basados en unas varillas de material muy rígido engarzadas unas con otras y que tienen una serie de números y muescas grabados o troquelados en su superficie. Con estos instrumentos, desplazando adecuadamente las varillas se pueden realizar gran cantidad de operaciones matemáticas, aparte de las 5 operaciones básicas matemáticas, como cálculo de logaritmos, operaciones trigonométricas (seno, coseno, etc.). Las reglas de cálculo tuvieron una importancia extraordinaria desde mediados del Siglo XIX y fue una herramienta indispensable hasta la década de los 1960 para investigadores, ingenieros y arquitectos, hasta que se comercializaron las calculadoras electrónicas de bolsillo.
La regla de cálculo actúa como un computador analógico. Dispone de varias escalas numéricas grabadas en regletas móviles que facilitan la rápida y cómoda realización de operaciones aritméticas complejas, como puedan ser multiplicaciones, divisiones, etc.
Hay reglas de cálculo que disponen de escalas adaptadas a campos de uso concretos, tales como ingeniería civil, electrónica, construcción, aeronáutica y aeroespacial, y aplicaciones financieras.
Los tamaños habituales son de unos 25 cm de longitud (10 pulgadas) y con ellas se logra una precisión de tres cifras significativas, existiendo versiones «de bolsillo» con precisiones menores que miden aproximadamente 10 cm.
La que se expone en el museo mide 15,5 x 3,3 cm, y puede realizar las siguientes operaciones:
Suma, multiplicación, división, reciproco, cuadrado, raíz cuadrada, cubo, raíz cubica, senos, tangentes, logaritmos decimales, exponenciales, cálculos de rendimientos y caídas de potencial en un conductor.
El autor de esta ficha (Alberto Prieto) la utilizó en sus estudios de Ciencias Físicas en la Complutense el curso 1966-67. Entonces no existían las calculadoras de bolsillo, o eran extraordinariamente caras.
